«Siento un nivel tan alto de merecimiento y muchísimo menos miedo al mundo. Hay tanta atención sobre el racismo y la violencia, que alguien me empujó en la acera y me sentí tan conmocionada, se activaron todo tipo de miedos y disparadores. El racismo existe y puedo sentirme molesta, pero ahora me siento más arraigada a mí misma, cuando suceden cosas así y no se desmorona todo mi mundo cuando escucho una mala noticia o me pasa algo. Puedo mostrarme a mí misma con autenticidad y a mi comunidad conociendo mi valía. Tengo más energía y más espacio para otras cosas fuera de la supervivencia».