De todas las ciudades que he visitado, Venecia es la que no se parece a ninguna otra.
Todas las ciudades tienen algo: bonitas, históricas, encantadoras, impresionantes, y siempre te recuerdan a alguna otra. Venecia esta construida con otro código, simplemente.
Viviendo en Barcelona, los edificios de Gaudi oníricos y sorprendentes me son más que familiares. En Venecia a alguien se le ocurrió que la escaleras de la casa llegasen hasta el agua o que los gondoleros podían podían conducir sus embarcaciones utilizando un único remo, como en alguna película de Tim Burton.
Al amanecer, una góndola (de color negro en luto por la peste de 1562) aparece entre el manto de niebla que cubre la ciudad como si estuviéramos en un cuento. Y todos los símbolos de la ciudad están llenos de fantasía, alimentando la duda de si lo que sucede es real o es un mundo paralelo que sólo existe en sus canales.
No te olvides que en esta atmósfera difusa y ambiente íntimo, se han creado numerosos cuentos y es la máxima expresión del romanticismo. Las leyendas de Giacomo Casanova, recogidas en Histoire de la vie. Los carnavales donde nada es lo que parece tras la máscaras. Perderse en Venecia suena tan fascinante como misterioso.